La identificación: el grupo debe ser identificable por sus miembros y por los que no los son.
La estructura: cada integrante ocupa una posición (Status) que se relaciona con las posiciones de los otros.
Los roles: cada miembro participa del grupo desempeñando sus roles sociales.
Las normas y valores: todo grupo posee ciertas pautas de comportamiento que regulan la relación entre los miembros. En estas pautas subyacen los valores que orientan al grupo.
Los objetivos e intereses: los miembros del grupo participan movidos por intereses u objetivos y consideran que la relación del grupo favorece su logro.
La permanencia: los grupos deben tener cierta permanencia en el tiempo.
Interacción: los miembros interactúan con cierta frecuencia, de forma personal y a partir de ciertas pautas establecidas.
Interdependencia: los individuos dependen unos de otros para poder alcanzar los objetivos grupales. No solamente interactúan, sino que también comparten normas o desempeñan funciones que se complementan.
Finalidad: sus integrantes realizan actividades colectivas que contribuyen al logro de objetivos comunes.
Percepción: el grupo es directamente observable; los miembros perciben la existencia del grupo, tienen un sentimiento de pertenencia al mismo, y se comportan como grupo de cara al exterior. Su entidad es reconocida como tal por sus propios miembros y por los demás. Existe una conciencia y un sentimiento de grupo que se configura a través del desarrollo del "nosotros" frente al "ellos".
Motivación: el grupo permite satisfacer necesidades individuales, tanto explícitas como implícitas. Las primeras suelen encajar directamente con las tareas y el objetivo concreto del grupo. Las implícitas pueden resultar menos evidentes -amistad o liderazgo.
Organización: el grupo tienen una determinada estructura que se traduce en la distribución de papeles, configurando un sistema de roles entrelazados que representan un cierto nivel.
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